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Sociedad civil y regímenes autoritarios: el caso cubano

  • Foto del escritor: Human Rights Post
    Human Rights Post
  • 3 feb 2021
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 30 abr 2021



Por: Helen Padilla

¿Hay un lugar para la sociedad civil en Cuba? Los regímenes autoritarios históricamente han mostrado una incongruencia con la sociedad civil. Solo uno puede sobrevivir. De hecho, el estrecho seguimiento de la participación de la misma por parte del gobierno cubano parece explicar la estabilidad y longevidad de los regímenes. Además, su esencia y autonomía han sido severamente limitadas.


El 28 de noviembre de 2020, mientras muchos estadounidenses se recuperaban de sus festividades de Acción de Gracias, a 90 millas al sur de Florida, 200 artistas e intelectuales cubanos realizaron una manifestación pública frente al Ministerio de Cultura en La Habana. La rara muestra de disidencia pública fue para expresar el descontento de los ciudadanos con el creciente asalto del gobierno a las libertades civiles.


La protesta fue precipitada por una redada del gobierno contra un grupo de artistas, académicos y periodistas independientes que estaban reunidos, algunos en huelga de hambre, en la casa de un artista local. El grupo protestaba por la detención de uno de sus miembros, Denis Solís. Solís fue aprisionado por, supuestamente, insultar a un oficial durante una disputa verbal. Por supuesto, las autoridades cubanas pasaron por alto el arresto arbitrario, y en cambio optaron por enfatizar que los activistas estaban rompiendo las reglas de cuarentena.


Los 14 activistas eran parte del Movimiento "San Isidro más amplio". Fundado en 2018, el movimiento está integrado por artistas, músicos, periodistas y académicos que cuestionan la naturaleza opresiva del régimen cubano, específicamente su monopolio de los derechos civiles. Sin embargo, hasta la manifestación frente al Ministerio de Cultura, se pensaba que el movimiento era un "grupo suelto de personas". ¿Qué hizo que el movimiento fuera una amenaza?


La redada y los eventos posteriores comunicaron cuatro cosas clave:


Primero, el gobierno cubano está muy amenazado por el librepensador y el uso de las redes sociales. Con este fin, el gobierno bloqueó el acceso a Internet durante la redada. Las redes sociales son un salvavidas para los movimientos sociales nacientes. Desempeñan un papel crucial a la hora de amplificar el mensaje de un movimiento, documentar sucesos de la vida real y mantener los movimientos sociales más allá de las fronteras físicas.


Las plataformas de las redes sociales brindan a los activistas en regímenes cerrados y altamente represivos un “espacio” para el debate político. Es precisamente por su poder revolucionario que el gobierno cubano ha controlado tan estrictamente el acceso a Internet. De hecho, solo un pequeño porcentaje de la población cubana tiene acceso al interés y la mayoría de los sitios web permanecen bloqueados.


En segundo lugar, el gobierno cubano es muy susceptible al escrutinio público. A pesar de su pésimo y público historial de derechos humanos, la maquinaria de relaciones públicas del gobierno cubano trabaja más duro para asegurar que el país sea visto de manera positiva. Esto se logra a través de dos vías: Por un lado, el gobierno se niega a permitir que las ONG independientes ingresen al país, politiza Internet y monitorea fuertemente la disidencia pública. Por otro lado, sus compromisos de "buena voluntad", como sus misiones doctorales en el exterior y las recientes reformas para mejorar los derechos LGBTI +, han establecido una imagen más compleja del régimen. Además, Cuba podría ser aún más sensible a su apariencia, ya que busca un puesto en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas para el período 2021-2023. Aunque absurdo, el movimiento señala sus consideraciones de poder blando.


En tercer lugar, la redada demostró que el gobierno cubano es una criatura de hábito en lo que respecta a la manipulación de la sociedad civil. Una táctica clave empleada por el gobierno es el uso de “concesiones calculadas” sobre un tema social particular para frenar las demandas de cambio de régimen. En la manifestación mencionada anteriormente, el gobierno cubano acordó públicamente hablar con activistas y garantizar que los artistas independientes no fueran acosados ​​en el futuro. Sin embargo, a nadie le sorprende que el gobierno haya cambiado de rumbo una vez que disminuyó la atención de los medios.


Otra piedra angular de la manipulación de la sociedad civil por parte del gobierno cubano es culpar a Estados Unidos por sus disidentes. Y eso es precisamente lo que pasó. El gobierno cambió su postura y calificó la manifestación como un "peón" en la interferencia de Estados Unidos en la isla.


El concepto de sociedad civil siempre ha estado en un terreno inestable dentro de los círculos políticos y académicos de Cuba, principalmente por su presunta incompatibilidad con los principios marxistas. Sin embargo, la movilización de la misma se hizo más continua durante la década de 1990, cuando el gobierno de los Estados Unidos inició una campaña agresiva para fomentar el crecimiento de la sociedad civil dentro de Cuba a través de varias vías. El fundamento de Estados Unidos es que una sociedad civil robusta eventualmente depondría al régimen desde adentro.


¿Qué le depara el futuro a la activista cubana? Si bien la demostración no supuso muchos cambios, plantó una semilla de esperanza. Precisamente por eso fue tan amenazante para el gobierno. Y aunque el futuro no está claro, una cosa es la cortina, Cuba es una nación resistente. En última instancia, la fé del país está en las manos de sus ciudadanos, solo ellos pueden impulsar las ruedas del cambio y los vientos de la democracia. Los ciudadanos cubanos siempre pueden encontrar consuelo en su historia.

 
 
 

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